Un accidente de tráfico en el año 2010 cambia radicalmente la vida de Alberto Aguilar Brox y de su familia. De un día para otro “me convertí en una persona completamente diferente”, aislada y agresiva por momentos, sin ser él consciente de la situación. También su trayectoria profesional se detuvo por completo.
“Cosas que dominabas o te gustaban ya no lo hacen. No te apetece estar con nadie, tienes malhumor… no era agradable estar conmigo, pero yo no era consciente”, explica Alberto. Fue su esposa, María Jesús, quien lo detectó y consiguió que recibiera atención psicológica desde la Unidad de Salud Mental del Hospital de Alcázar de San Juan.
Posteriormente entró en contacto con la Asociación de Daño Cerebral Sobrevenido de Castilla-La Mancha (ADACE CLM) y, gracias al respaldo de su equipo profesional, especialmente de la neuropsicóloga, “encauzaron esa situación. Apatía ya no tengo, tampoco soy el más alegre, pero bueno…”, bromea Alberto al definir su estado actual.
“Te conviertes en una persona nueva y tu entorno tiene que aceptarte”, añade este usuario de ADACE CLM en Alcázar de San Juan. Sin esa aceptación y, sobre todo, su apoyo y comprensión “es muy difícil superar la nueva situación”.
Alberto da las gracias a su mujer y a sus hijas, Alba y Raquel, por “sacarme adelante”. Ves un pozo “y no quieres salir de él. Son ellas las que me empujaron a salir”. Un daño cerebral “te hace volver a nacer” y lo que necesitas es mucha reeducación, trabajo y apoyo para “salir adelante y aprender a parecerte a la persona que eras”.
Apoyo profesional para volver a empezar
Alberto entra en ADACE CLM en el año 2013 y nuestro equipo profesional detecta importantes secuelas conductuales y emocionales, destacando la apatía, la falta de habilidad emocional y, sobre todo, irritabilidad y conductas agresivas, más acentuadas en el entorno familiar
Por ello se trabaja en una doble vía. Por un lado, a través de apoyo neuropsicológico tanto al propio usuario como a su esposa, tratando de corregir estas situaciones y mejorando sus relaciones sociales, y por otro con entrenamiento para aumentar el desarrollo de sus actividades instrumentales de la vida diaria.
Actualmente el cambio de Alberto es muy visible, es completamente independiente y la situación a nivel familiar ha cambiado radicalmente. Además del agradecimiento a su mujer y sus hijas, está muy orgulloso de la trayectoria de ambas, la mayor estudiante de Traducción e Interpretación en Granada y la pequeña cursando 2º de Bachillerato.
Parte importante de su evolución también ha sido su reinserción laboral. Antes del accidente Alberto tenía dos trabajos, técnico en una empresa de mermeladas y profesor. El daño cerebral también le aisló en este campo “y yo no buscaba la reinserción laboral”.
Tras una experiencia fallida como peón, entró a trabajar hace 4 años como responsable de inventariado en Ferretería Arenal, empresa “a la que le agradezco todo. Han confiado en mí, son muy buenas personas que me apoyan en todo y que hacen que te sientas como si fueras de la familia”. En esta nueva etapa laboral, Alberto cuenta con el respaldo y asesoramiento de la Fundación Carmen Cabellos, a través de su preparadora laboral en Ciudad Real, María Cantero,
El cerebro de Alberto Aguilar ha borrado todo lo relacionado con aquel fatídico accidente que él y su familia sufrieron cuando viajaban hacia Madrid para ver Cortilandia, y que también provocó importantes secuelas físicas a su esposa y su hija mayor.
“Se puede salir adelante, todo es educable” salvando algunas posibles limitaciones, concluye Alberto, pero con esfuerzo y el apoyo de la familia y de “esas otras personas que confían en ti, puedes volver a llevar una vida normal en todos los aspectos”.